La Araña en el librero

La Araña en el librero

miércoles, 22 de febrero de 2017

El mejor payaso del mundo



Todo pareció surreal al momento de bajar del camión, la llovizna apretada, la soledad de un pueblo lejano, con una sola maleta donde llevabas todo lo que necesitabas para disfrazarte, maquillaje, los grandes zapatos, la peluca y el hermoso traje hecho a la medida color perla con vivos en amarillo, rojo y negro. Desde pequeño fuiste bueno para hacer reír a las personas y muy a pesar de tu padre te convertiste en un payaso, “Suspiritos” era como te conocían los demás payasos y así fue como quedó tú nombre artístico.

Pese a muchas cosas ser payaso no era la profesión ideal, cada vez menos niños pensaban en un payaso para su cumpleaños, preferían esas pendejadas de superhéroes, tipos gordos disfrazados con mallas, oliendo a cerveza barata y con la gracia y agilidad de una ballena en la cuerda floja, profesionales como tu sabían hacer malabares con diferentes objetos, cambiar la voz, hacer chistes blancos verdaderamente graciosos, bueno graciosos para otra época y otro tipo de niños.

Ahora con 43 años en la espalda y niños hechos en esta era vacía ya no existía forma en que te ganaras la vida de forma decente; siempre parado en las inmediaciones del metro La Merced, esperando que algún padre llevara a su hijo ansioso por ver a “Suspiritos” creando bueno humor, haciendo animales con globos, jugando a ser el mejor y más graciosos de los payasos, pero que queda, sólo más canas que esconder con la peluca y muchas arrugas que se cubren con la pintura blanca.

Un par de días antes mientras esperabas junto con los demás una pequeña oportunidad de brillar un hombre muy gordo casi imposible de tanta grasa caminaba y preguntaba a los demás payasos, platicaba un momento con ellos y luego con cara de decepción se iba hacia el siguiente payaso buscando ¿qué buscaba? Pronto lo supiste, se acercó un poco tímidamente a ti y te dijo –Busco un payaso, el mejor payaso, el payaso elegido ¿es usted ese payaso?- tu sin dudar mucho le dijiste un sórdido sí, el hombre se alegró, dio pequeños brinquitos mientras sus manos regordetas aplaudían.
-Mire debo explicarle, quiero contratarlo para que vaya a mi pequeño pueblo, a mi hermoso pueblo y de la mejor función de su vida, será para chicos y grandes, será algo que nunca más volverá a ver usted- -¿y de qué pueblo estamos hablando?- dijiste pensando que te iba a querer mandar a los cuernos de la luna y no te iba a pagar lo suficiente –Oh pues es un pequeño pueblo enclavado en San Luis, el pueblo más amable y agradable al que usted podrá ir nunca jamás, por los gastos no se preocupe todos estos corren por mi cuenta, sus pasajes, el hotel más su paga, lo que es más aquí le dejo el adelanto de diez mil pesos- dijo mientras extendía  varios billetes.

Y aquí estabas, con el puto frio calándote hasta el fondo, pero con el calor que el dinero te daba desde tu cartera. Por un momento pensaste que había sido una gran y cara broma hasta que viste venir al señor gordo caminando por la acera, acompañado de un hombre vestido con una levita que te hacía pensar en épocas pasadas, muy pálido y con un pequeño y prolijo bigotito que lo hacía ver bastante más espeluznante de lo que realmente era. Los dos se acercaron a ti, el tipo gordo apellidado Godínez, te presento al otro como el señor Cuy y te dijo que cualquier cosa que tu necesitaras Cuy lo traería para ti.

Ambos te ayudaron con tus maletas y te dejaron en el hotel, un hotel que se veía bastante decente y confortable, tanto que hasta desentonaba con lo demás que habías visto del pueblo –Yo supongo que muere usted de hambre, lo dejaremos en su habitación para que se bañe y lo esperamos para comer en el restaurante del Hotel- te dijo sonriendo el señor Godínez mientras subían las escaleras, te dejaron en la puerta de tu cuarto, se despidieron con una ligera reverencia y se fueron, ya dentro de tu habitación decidiste no pasar un minuto más de lo necesario en ese pueblo, todo lo que habías visto te había dado un enorme escalofrío.

Después de bañarte bajaste al restaurante y encontraste una mesa preparada para ti donde el gordo Godínez y Cuy te esperaban, en cuanto te sentaste el mesero llegó con platos enormes de sopa de setas, mientras comías Cuy no dijo ni una palabra mientras que el señor Godínez te platicaba de todas las cosas mágicas que ibas a ver en el pueblo –Encontrará el primer palacio municipal del estado, podrá usted caminar entre la historia de este bello país- -disculpe, tengo una duda ¿cuándo y dónde me presentaré?- preguntaste de una forma hosca con un dejo de incertidumbre –ah mi joven amigo, se llevará a cabo esta noche que es el eclipse lunar, será en el centro del pueblo como un artista de su calibre merece- estas palabras te llenaron de un orgullo que poco a poco se fue desapareciendo al salir del restaurante una vez terminada la cena; Godínez te llevaba agarrado de un brazo mientras te contaba de las grandes maravillas del pueblo y Cuy callado como siempre iba detrás de ustedes cargando tu maleta.

Una vez que llegaron al centro de la ciudad viste como cientos de personas caminaban alrededor del kiosco, pero algo parecía estar mal, al principio no acertaste a  encontrar lo extraño, aunque poco a poco te diste cuenta que además de la música que surgía del sonido local no se escuchaba la típica algarabía de una feria, todos hablaban a susurros si es que hablaban, los demás daban vueltas en silencio sin siquiera mirar a los otros, solo caminaban con la mirada perdida, al intentar hacer un comentario sobre esto Godínez cambió el tema y te llevó hacia el kiosco y te abrió una puerta que llevaba directo a la base –Puede usted entrar ahí querido señor, cuando esté listo solo toque el botón que está al lado de la puerta y póngase en el centro que de lo demás nos encargamos nosotros- y cerró con llave la puerta.


Mientras te cambiabas imaginabas todo lo que ibas a hacer, como ibas a ganarte a grandes y chicos, como tu vida iba a cambiar después de esta presentación, ya sin los recelos de antes pensaste vagamente que hasta podrías quedarte en el pueblo, conseguir una buena esposa y hacer las delicias de chicos y grandes en todas las fiestas del pueblo y ser por fin una celebridad. Después de maquillarte y cambiarte, preparar los globos y los bolos para los malabares, decidido como nunca en la vida tocaste el botón que te llevaría arriba, a la gloria. Cuando te pusiste en el centro una plataforma comenzó a subirte y al llegar arriba todo lo que habías soñado se terminó. Cuando la plataforma por fin subió lo único que alcanzaste a ver fue que toda la barra que delineaba el kiosco estaba envuelta en llamas y a cientos de personas entonando cánticos en un lenguaje extraño y después de eso solo el dolor de las llamas en tu piel y después, nada.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario