Indolente los miro pasar, la regularidad
acompasada de mis respiraciones es lo que hace notar que mi cuerpo vive, solo,
observando minuto a minuto a las personas pasar, escucho, leo, percibo el
panorama, exijo mi paga cual si fuera una limosna para un pobre ciego, exijo lo
mío y mientras eso pasa me convierto en un personaje relevado, sin importancia
ni condiciones, conozco tus secretos, podría llevarte al final del arcoíris que
ahora vives, podría ahorcarte hasta que sepas que soy la luz y la oscuridad en
tu vida pero… indolente los miro pasar, a través de pantallas y pequeños hoyos
de cerraduras, espío tus secretos mientras debajo de mi respiración comienza a
surgir una carcajada llena de cinismo y vanidad, hace eco en tus pensamientos,
brota por cada uno de los poros como si fuera sangre, espesa, caliente y llena
de tu vida que se va yendo poco a poco
hasta que notas que estás solo. Todos los sentimientos se convierte en una masa
informe mientras se van volviendo arcilla, mientras se van secando y ahí
quedan, llenos de grietas, ocultando muchas voces desesperadas, mientras se
hace polvo todo comienza a renacer en ti, pero ya es demasiado tarde, como van
naciendo van muriendo, faltos de esencia y de verdad, todo lo que llegas a
sentir son reminiscencias de algo que se quedó atrás y tu no miras atrás, porque
la pestilencia del futuro logra que sigas adelante, mirar atrás se vuelve
idiota, reconocer las voces del pasado solo genera furia ciega, un latido entre
toda tu respiración, un latido que recorre tu cuerpo pero no es un latido de
vida, es un latido que te recuerda que tu mano es la única que debes tomar
mientras ahorcas los sinsentidos de la vida de los demás. Indolente los miras
pasar y dentro de ti la necesidad de matar al mundo con tus manos y tu ausencia
es lo único que te mueve a vivir, a vivir una vida llena de meditabundos y
efímeros momentos donde los demás no importan, solo su sufrimiento y la forma
en la que tienen que pagar que mientras tú los observas ellos solo te observan
a ti y por eso deben pagar, porque al mirarnos solo somos extraños en el camino
y por eso, por ese maldito instante donde tu pierdes tu importancia los demás
deben pagar y tu solo observas como la vida se va de ellos y como su
sufrimiento pondrá una sonrisa en tu cara y esa sonrisa será su lápida y
epitafio. Toma una oportunidad
y cuando ésta esté enfrente de tu nariz, desperdíciala, gástala con reproches y
malos recuerdos, evítala con miedos profundos y busca los mejores pretextos,
ubícala en el punto más bajo de tu vida y habla de ella como si nunca hubiera
existido, niégala y prométete que si vuelve a pasar frente a ti la volverás a
dejar ir, has que todos los sueños se entierren con ella y con las demás
oportunidades perdidas.
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