La Araña en el librero

La Araña en el librero

viernes, 3 de marzo de 2017

Día de lluvia



Léase mientras en tu estéreo se repite


Ríos de lluvia caían por tu ventana, tu solo acertabas a mirar las gotas más lentas, veías como resbalaban lentamente, sin ninguna prisa, la tarde languidecía y afuera los ruidos de la ciudad se daban una tregua ante la lluvia, demasiado jaleo siempre, demasiadas personas siempre, demasiada mierda siempre. Algún rayo salvador había deshecho el transformador y había sumido la colonia en la tranquilidad que solo la falta de energía eléctrica podía dar.


Lentamente el sol se ocultó mientras que afuera seguía lloviendo y tu, detenido en un nudo de tiempo solo acertabas a ver las gotas resbalar, nada ni nadie te impedía sentarte ahí con tu cigarro y relajarte, sentir como tus miembros entraban en una somnífero y tranquilo entumecimiento en la casi oscuridad en la que toda la ciudad se sumía, al igual que tu corazón, al igual que el corazón de miles de personas en la ciudad.


La vista desde el decimo piso siempre fue perturbadoramente atrayente, de pronto la luz regresó y a lo lejos escuchaste una canción en un estéreo ¿qué canción es? Piece of my heart de Janis, una perra sabia esa Janis, sabía disfrutar la tristeza, sabía lo que valía el dolor en el corazón. Te levantaste y llenaste a la mitad tu vaso con Jack, buscaste una cajetilla nueva de cigarrillos y volteaste a ver la ventana, llovía de nuevo, sin furia, solo el rumor de las gotas cayendo hacía tangible la lluvia.


Te volviste a sentar viendo la lluvia, sorbiste lentamente el whiskey, sentiste esa deliciosa sensación de fuego en la garganta, abriste la puerta del balcón, aspiraste el aire limpio, frio y triste que venía con la lluvia, una gota cayó en tu mano y pensaste ¿qué se siente, qué sentirán las gotas al caer y deshacerse en miles de ellas mismas, cada vez más chicas, hasta casi no existir, a lo lejos la canción se repetía una y otra vez “take another Little piece of my heart now baby…” una perra sabia esa Janis, no cabía duda.


Terminaste el vaso de Jack y saliste a sentir la lluvia en tu rostro, a sentir como cientos de gotas explotaban en todo tu cuerpo, en tu cara, en tu pecho, cerca de tu corazón, con la muerte de cada gota tu cabeza se enfriaba y el dolor sucumbía a la belleza de la muerte de mil gotas. Subiste al barandal del balcón ¿qué sentirán las gotas al caer y despedazarse? Viste al cielo y te dejaste caer, tus últimos dos pensamientos fueron ella no merece mi muerte y ¿qué sentirán las gotas al caer y despedazarse?


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