La Araña en el librero

La Araña en el librero

lunes, 20 de marzo de 2017

Peluda, anillada en blanco y negro



Cuando desperté probablemente ya la tenía, si es que me fijé pensé que era mi escurridizo perro huyendo otra vez con mis calcetines viejos hecho cual me ha obligado a usar siempre uno de un color y otro de otro, antes de entrar en la regadera di el primer toque de marihuana consuetudinario para poder soportar la primera parte del día, cuando salí seguía sin darme cuenta hasta que al necesitar mi rasuradora, una cola peluda, anillada en blanco y negro la alcanzó y se quedó ahí estática teniendo tanto miedo de mi como yo de ella, pensé que eran los efectos colaterales del tanto whiskey y marihuana así que decidí ignorarla y de ser posible usarla hasta que mi viaje terminara que sería como a eso del mediodía; seguí mi rutina normal, desayuné y quemé la cola al sacar el pan de la tostadora y el tocino tenía un poco de pelos a la hora de comerlo pero de ahí en más no hubo mayor problema.

Dando el medio día sentado mientras veía la televisión me di cuenta de que el efecto de la marihuana había pasado y mi cola… ¡MI COLA! Seguía ahí expectante de lo que fuera a pasar, fue justo el momento donde decidí que no era mi pacheca y decidí llamar a mi mejor amigo que trabajaba como cualquiera en un día cualquiera de la semana sin esas grandes ventajas de ser un escritor ligeramente famoso; el teléfono pitó tres veces –Instrumentos quirúrgicos Sánchez buenos días- - tengo una cola de anillos blancos y negros con mucho pelo- -ah- dijo escuetamente como si fuera una posibilidad esa mañana de lunes –en serio tengo una cola peluda que hace cosas para mi- -pues…- entendí lo que me decía así que le colgué y decidí salir al médico inmediatamente.

Durante el trayecto se hizo patente que mi cola existía pero que más allá de ser algo increíble era una molestia en el transporte, un par de veces palmeó la cara de personas y estuvo decidida varias veces a constatar el tamaño de las tetas de un par de chicas, por esto decidí bajar del transporte y caminar al médico pensando si no era más obvio ir a un veterinario. Después de un rato de caminar decidí sentarme en la vereda cansado ya, mi cola muy amablemente puso un cigarrillo en mi boca mientras intentaba prender el encendedor –déjalo- le dije y tomé el encendedor; sabía que debía ponerme en camino pero la sed fue más grande y decidí tomar una cerveza y un whiskey y relajar el estado tenso en el que me hallaba.

Al entrar a un bar irlandés cercano, pedí una cerveza y un whiskey derecho y el barman poco intrigado, preguntando por pura inercia me dijo -¿qué, esa chingadera qué?- -es una cola- le respondí dando lo demás por hecho; él al parecer también lo dio por hecho y siguió limpiando el vaso y viendo un partido de tenis.

Siendo como soy un filósofo de la vida me puse a escribir un poema rápido en una servilleta 

Si mi vida fuera la de cualquiera
Y la tristeza fuera una obediencia
En circunstancias cualquiera
Me sentaría en la vereda
Preso de los lenguajes sin pena
Y mi cola sería una situación cualquiera

No valía mucho, de hecho no valía nada probablemente la publicaría en una revista sin mejor crítica que mi nombre al final, mientras pensaba esto una chica que había pasado desapercibida para mi hasta el momento se sentó a mi lado y me dijo con un marcado acento sevillano –vaya chismecito tenéis ahí eh ¿creéis que le guste follar?- -no sé supongo que sí, por lo menos no me la ha hecho de pedo por tomar y eso ya dice mucho más de ella que de ti- ella sólo sonrío y comenzó a acariciar la cola mientras la cola se dejaba querer y hacía que mi pene se erectara un poco –qué te parece si averiguamos de cuanto puede servir- yo solo acerté a pagar mi consumo y levantarme mientras ella agarrando firmemente mi cola me guiaba a la salida; después de todo una cola podría ser más útil de lo que podría haber pensado.

1 comentario:

  1. Sabes quien mato a el bistec ?
    La cesina aja jaja arañitano
    Eso último no fue burla
    Soy el chapo guzmán :(

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